Espina Bifida

La espina bífida, también conocida como mielodisplasia, es un trastorno en el cual existe un desarrollo anormal de los huesos de la columna, de la médula espinal, del tejido nervioso circundante y del saco con líquido que rodea a la médula espinal, ocurre entre los días 26-28 de la gestación aproximadamente. Este trastorno neurológico puede provocar que una parte de la médula espinal y de las estructuras circundantes se desarrollen por fuera y no por dentro del cuerpo. Dicha anomalía puede producirse en cualquier parte de la columna vertebral. El problema reside en que las estructuras neurales están en mayor o menor grado, en contacto con el exterior. Es una patología muy extendida ya que supone el 3/1000 de los recién nacidos vivos y el 5/1000 de todos los recién nacidos. Si además tenemos en cuenta las raquisquisis ocultas o que no tienen manifestaciones clínicas el porcentaje se podría elevar a un 25/1000

Etiología

La espina bífida es un tipo de anomalía congénita del tubo neural. Estas anomalías, como por ejemplo, la espina bífida (columna vertebral abierta) y la anencefalia (cráneo abierto), se presentan en uno de cada 2.000 nacidos vivos.

Las causas de la espina bífida incluyen factores ambientales y genéticos. Aunque una historia de familiar de espina bífida aumente el riesgo de tener un niño con espina bífida, esto no sigue los patrones sencillos de herencia. Durante el embarazo, el cráneo y la columna vertebral comienzan a desarrollarse en forma de un plato plano de células que se enrolla para formar un tubo llamado tubo neural. Si este tubo no se cierra en forma total o parcial y queda una abertura, se produce lo que se denomina anomalía congénita del tubo neural abierto (su sigla en inglés es ONTD). Esta abertura puede quedar expuesta (en el 80 por ciento de los casos) o puede cubrirse con hueso o piel (en el 20 por ciento de los casos).

 La deficiencia de folato es un factor que contribuye al desarrollo de la espina bífida. La ingesta adecuada de folato durante el embarazo ayudará prevenir esta discapacidad. Se recomienda que todas las mujeres de edad de maternidad (15-44 años) quienes pueden quedar embarazadas deben consumir 0.4 miligramos (400 microgramos) de ácido fólico a diario para reducir el riesgo de tener a un niño afectado por la espina bífida. Esto es porque la médula espinal se forma muy temprano en el feto y las mujeres a menudo no saben que están están embarazadas hasta que la médula se haya formado.

La anencefalia y la espina bífida son los tipos más frecuentes de ONTD, mientras que los casos de encefalocele (la protrusión de masa encefálica o de su recubrimiento fuera del cráneo) se producen con mucha menor frecuencia. La anencefalia ocurre cuando el tubo neural no se cierra en la base del cráneo; la espina bífida, en cambio, se produce cuando el tubo neural no se cierra en algún lugar de la columna vertebral.

En más del 95 por ciento de los casos, una ONTD se produce sin que existan antecedentes familiares del trastorno. Las anomalías tienen su origen en una combinación de genes heredados de ambos padres que se suma a distintos factores ambientales. Debido a esto, estas anomalías se consideran rasgos hereditarios multifactoriales, es decir, "muchos factores", tanto genéticos como ambientales, que contribuyen a su aparición.

Algunos de los factores ambientales que contribuyen a estas anomalías incluyen la diabetes no controlada en la madre y determinadas prescripciones médicas.

Las anomalías congénitas del tubo neural abierto se manifiestan con una frecuencia cinco veces mayor en las mujeres que en los hombres. Si en una familia existe un individuo con una ONTD, las posibilidades de que se produzca otro caso se elevan del 3 al 5 por ciento. Es importante tener en cuenta que en el segundo caso el tipo de anomalía congénita del tubo neural puede ser distinto. Por ejemplo, un niño puede nacer con anencefalia mientras que el segundo puede padecer espina bífida (en lugar anencefalia).

Patogenia

Existen varias teorías

Teoría de Von Recklinjausen: la afección es debida a la detención del cierre óseo posterior. Pero no dice la causa.

Teoría Patten: se debe a un defecto de fusión de la duramadre. Patten observó que en la zona de fusión de la duramadre existía una gran hiperplasia, que evitaba que las hojas se fundieran. Por alguna disgenesia la hipertrofia se produce antes de la fusión, mientras que en condiciones normales, primero se produce una fusión de las hojas y luego una hipertrofia de la unión.

Teoría de Gardner: a nivel cefálico no existe notocorda, sino placa neural, que manad unos impulsos menos uniformes que a nivel de la notocorda, consecuencia de lo cual aquél tejido nervioso es diferente formándose las diversas vesículas encefálicas. A nivel de la cuarta semana se abren los agujeros del IV ventrículo, que comunican el espacio ventricular con el espacio subaracnoideo. Si por cualquier causa estos agujeros se abren con retraso, aumentará la presión de líquido cefalorraquídeo en el espacio ventricular, lo que hace que el epéndimo (que era un espacio virtual) se rellene de latidos de líquido cefalorraquídeo (por los latidos de los plexos coroideos) hasta que llega al final del canal medular. Entonces como el líquido cefalorraquídeo no puede progresar más, llega a rasgar la médula a nivel lumbosacro por el aumento de presión. Es entonces cuando se abren las meninges (todavía no se ha cerrado) y no dejan que se cierre el hueso. Esa teoría también sirve para explicar la siringomielia y la hidrocefalia congénita.
 

Clasificacion

Koch clasifica todas las raquisquisis en dos grupos:

Espina bífida oculta

Espina bífida tumoral

  • Meningocele

  • Mielomeningocele

ESPINA BÍFIDA OCULTA

Es una raquisquisis que no se percibe desde el exterior ya que esta tapada por la piel. Su descubrimiento es azaroso (al hacer una radiografía por cualquier otra patología).

En esta forma por lo general asintomática, existe un pequeño defecto de las vértebras. La médula espinal y los nervios son normales, por lo general, y la mayoría de las personas afectadas no tiene problemas.

Hay niños que presentan al nacer alguna lesión en la piel de la espalda, más concretamente en forma de un mechón de pelos largos, o una mancha roja, un bultito graso, o bien un orificio en la piel. Como este tipo de defecto no es tan llamativo como el del mielomeningocele pueden pasar inadvertidos, o bien se puede pensar que son de naturaleza más leve. Estas anomalías cutáneas se acompañan casi siempre de malformaciones de la columna y/o de la médula. Su incidencia es menor que la del mielomeningocele en una proporción de 1 a 4.

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Manifestaciones clínicas

Los síntomas que más llama la atención son:

Síntomas cutáneos. Angiomas (mancha rojiza), hipertricosis (zona de pelos anormales largos), lipomas,  o bien un orificio cutáneo (un sinus). Estas anomalías se pueden presentar en cualquier zona del dorso, desde el cuello a la región sacrocoxígea. Siempre se sitúan en la línea media, o muy próximos a ella.

Síntomas neurológicos. Como en el mielomeningocele, puede existir debilidad en piernas o pies, aunque suele ser de carácter más leve. En ocasiones hay atrofia de una pierna, o un pie es más pequeño. puede haber pie equino neurógeno. Los síntomas pueden ser simétricos o asimétricos. Pueden existir alteraciones de la sensibilidad y de los reflejos. Ocasionalmente, el niño no tiene afectación neurológica al nacer y ésta aparece al cabo de los años.

Síntomas de los esfínteres. A veces es la única manifestación de la espina bífida oculta. El niño puede presentar alteraciones de la emisión de orina y heces, pudiendo no retener la orina y escapársele, o tener incontinencia de heces. Estos síntomas pueden no hacerse evidentes hasta los 3 años de edad, que es cuando los niños normales desarrollan el control de sus esfínteres.

Síntomas ortopédicos. A veces, el primer aviso de que un niño tiene una malformación espinal oculta, puede ser la deformidad de un pie, o la asimetría de su tamaño.


Las dos formas clínicas más frecuentes de presentación son: lipoma intradural, y seno dérmico.

Lipoma intradural: Se forma de restos de mesodermo, que se aloja por dentro o por fuera de la duramadre y que puede comprimirla al igual que es a las raíces nerviosas.

Seno dérmico: aparece cuando existe una invaginación de tejido ectodérmico hacia adentro. Esta invaginación se va haciendo cada vez más profunda y se va cerrando u obliterando como sólo quedando un cordón fibroso que lo une con el exterior. Esas células comienzan a crecer como un tumor y al final llegan a comprimir las raíces nerviosas a ese nivel.
 

ESPINA BÍFIDA TUMORAL

Es relativamente frecuente y existen dos formas clínicas:

MENINGOCELE: 8,5% de las espinas bífidas tumorales.

MIELOMENINGOCELE: suman 85% de las espinas bífidas tumorales.

Localización: La mayor frecuencia en el raquis lumbosacro.

En el 80% se da en el raquis lumbar o en el raquis sacro.

En el 10% se da en raquis cervical.

Y en el 10% se da en el raquis dorsal o dorso-lumbar.


La espina bífida meningocele, implica lesiones tanto en las funciones locomotoras como en las urinarias.

En la espina bífida mielomeningocele, a pesar de la cirugía, quedan grados variables de parálisis motoras de neurona inferior con ausencia de reflejo, pérdida de esfínteres y pérdida segmentaria de la sensibilidad por debajo de la lesión. Requiere intervención quirúrgica en los primeros días de vida, con el fin de evitar la infección y el deterioro de la médula y el tejido nervioso.

Por último señalar que el 70% de niños con la forma más severa de espina bífida presentan hidrocefalia, producida por un mal drenaje del líquido cefalorraquídeo en el cerebro, debido al defecto espinal. Este líquido que amortigua y protege el cerebro y la médula espinal, se acumula en el cerebro y alrededor de él, causando que la cabeza se agrande. Para aliviar la presión provocada, se coloca una válvula que drene el exceso de líquido hacia el abdomen.


MENINGOCELE

En esta forma, la menos frecuente. Puede localizarse en la región lumbosacra, en la región cervical y en la torácica. Consiste en una malformación de una de los arcos vertebrales posteriores, produciéndose un quiste o protusión de una bolsa meníngea llena de líquido cefalorraquídeo, que atraviesa la parte abierta de la médula espinal. Se puede cerrar quirúrgicamente siendo su afectación leve. El niño puede se completamente normal. Una variedad de meningocele la encontramos cuando el quiste está lleno de tejido lipomatoso, sería un lipomeningocele.
 

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El raquis no llega a cerrarse, por lo que hay una solución de continuidad entre el exterior y del espacio intrarraquideo.

Si nos fijamos en el dibujo, vemos que hay:

Conformación raquis anterior normal
Una musculatura para vertebral normal
Piel con defecto de cierre
No presenta láminas ni apófisis espinosas, por lo que la duramadre estará en contacto con el exterior, quedando alojadas en su interior la médula y las raíces nerviosas.

Se diagnostica por la inspección al nacer el niño, viéndose dos capas:

-una zona central que corresponde a la duramadre
-una capa exterior de piel atrófica

La zona central que corresponde al esbozo de duramadre podemos encontrarla de dos formas:
-Plana: se ha salido el líquido cefalorraquídeo
-abombada: señal de que hay en líquido cefalorraquídeo en su interior.

La sintomatología si existe suele ser sólo monorradicular. No hay solución de continuidad, por lo normal, entre el exterior y el tubo neural que si se opera precozmente (a las 48-72 horas del nacimiento no suele haber complicaciones, ya que el tejido nervioso central no llega a infectarse (no habrá pues meningitis).

El tratamiento es siempre un tratamiento reparador quirúrgico y suele consistir en plicar una duramadre quitar la restante y finalmente suele hacerse una plastia muscular y se cierra la piel.

La evolución suele ser buena en la mayoría de los casos.

MIELOMENINGOCELE

Ésta es la más grave de las formas. El quiste contiene tanto a las membranas que rodean el canal espinal como las raíces nerviosas de la médula espinal y, a menudo, la médula en sí. En ocasiones no hay ningún quiste sino una sección totalmente expuesta de la médula espinal y los nervios, y puede filtrarse fluido espinal. Los niños afectados tienen un alto riesgo de contraer una infección hasta que se cierre la espalda quirúrgicamente, aunque un tratamiento antibiótico puede ofrecer protección temporal. A pesar de la cirugía, sigue existiendo cierta parálisis de la pierna y problemas de control de la vejiga y los intestinos.
La gravedad de la parálisis depende en gran medida de los nervios espinales afectados. En general, cuanto más alto se encuentre el quiste en la espalda, más grave será la parálisis. Cerca del 80 por ciento de los quistes de espina bífida se encuentra en las regiones lumbar y sacra.
Si nos fijamos en el siguiente esquema podemos observar:

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Soma vertebral normal.
Musculatura paravertebral integra.
Piel normal hasta el nivel de la lesión.
Falta la parte posterior de la arco óseo neural y la meninge está abierta, por lo que la médula y las raíces están en contacto directo con el exterior.

Diagnóstico:

Por simple observación al nacer observamos en este caso tres capas:

-capa más externa: piel atrófica
-capa intermedia de duramadre atrófica (más o menos rojas)
-capa interna: corresponde a tejido nervioso (más roja que la anterior).

Sintomatología: suele ser poli-radicular.

  • paraplejia de los miembros inferiores en el 80% de los casos.

  • Trastornos ortopédicos: los más frecuentes son a nivel de las rodillas. Ejemplo genu recurvatum.

  • trastornos respiratorios: debido a que la prensa abdominal está fláccida, por lo que ha bomba en la inspiración (respiración paradójica).

  • trastornos esfinterianos: suele haber prolapso rectal.

Esta sintomatología poli-radicular se debe a que la piel englobará a las raíces en su intento de tapar el defecto.

Tratamiento: hasta 1960 se dejaba evolucionar el cuadro hasta que cicatrizase sólo, con lo que el daño cada vez era mayor, ya que el tejido de cicatrización iba englobando a las raíces nerviosas.

Sharrard en 1960 empezó a tratarlo como una herida abierta, o sea, se debía de realizar un Friedrish antes de las 6 horas o aquéllos se infectada. Es por tanto una de las mayores urgencias quirúrgicas, pues hay que operarla antes de las 6 horas del nacimiento, pues más horas pasan las trastornos aumentará de forma exponencial.

La operación que es como sigue: se extirpar la piel atrófica. Separa lo que es placa nerviosas y lo introduce en el canal óseo. Recorta la duramadre, la dobla y la soltura por encima. Posteriormente, separa lateralmente en la incisión de forma que incide lateralmente sobre la musculatura paravertebral, de la que saca láminas musculares para unirlas por dentro de la zona reconstruida. Por último, cierra la piel. Como la incisión es muy larga podemos recurrir a: disecar la piel y tejido celular subcutáneo, hacer incisiones de separación, o realizan una z-plastia.

Diagnóstico

Prenatal

Análisis de sangre (también llamada prueba triple) , para valorar los niveles de la alfa-fetoproteína (AFP) y otros marcadores bioquímicos en la sangre de la madre para determinar si su embarazo corre riesgo de una anomalía congénita del tubo neural abierto, además de otros defectos de nacimiento, incluido el síndrome de Down.
La AFP es una proteína que normalmente produce el feto y que atraviesa la placenta y llega a la sangre de la madre. En general, si un feto padece una ONTD, el nivel de alfa-fetoproteína en la sangre de la madre será más elevado. Aunque esta prueba no indica con certeza si un feto padece una ONTD, determinará qué embarazos corren mayor riesgo y así realizar pruebas más específicas. Éstas son un examen detallado por ultrasonidos de la columna del feto y una amniocentesis para medir los niveles de alfafetoproteína en el fluido amniótico.

Ecografía prenatal (También llamada sonografía.) - técnica de diagnóstico por imágenes que utiliza ondas sonoras de alta frecuencia y una computadora para crear imágenes de vasos sanguíneos, tejidos y órganos. Las ecografías se utilizan para ver el funcionamiento de los órganos internos y evaluar el flujo sanguíneo a través de diversos vasos. La ecografía prenatal puede detectar una ONTD y se puede utilizar para examinar los órganos y los sistemas y aparatos del cuerpo del feto.

Amniocentesis - procedimiento que consiste en insertar una aguja larga y delgada a través de la pared abdominal de la madre y dentro del saco amniótico para extraer una muestra pequeña de líquido amniótico con el fin de examinarlo. El examen se realiza para determinar la presencia o la ausencia de una anomalía congénita del tubo neural abierto. Se debe tener en cuenta que las anomalías pequeñas o cerradas pueden no detectarse con esta prueba.

Las pruebas prenatales solo indican el estado de cierre del tubo neural, pero no da ninguna información del estado neurológico del niño; este solo se podrá valorar después del nacimiento.

Postnatal

El diagnóstico es relativamente fácil si se presentan alguno de los síntomas enumerados arriba. Es decir lesión cutánea asociada a debilidad en piernas, alteración de los esfínteres, o deformidades ortopédicas de los pies. En otros casos, la malformación es realmente oculta, y es difícil de diagnosticar hasta para los propios médicos. El diagnóstico se completa realizando estudio mediante radiografía y RNM de columna y médula espinal.
 

Complicaciones

Neurológicas: los más importantes es la hidrocefalia, que aparece en el 25 % de los meningocele es y en el 75% de los mielomeningoceles. Su aparición puede ser debida a tres causas a) como consecuencia de la teoría de Gardner) por una meningitis que se instaura y obstruye de los orificios del cuarto ventrículo.  El tratamiento es la implantación de válvulas derivativas ventrículo-peritoneales. b) Por una meningitis que se instaura y obstruye los agujeros del IV ventrículo. c) por la tracción de la cicatriz, que da una tracción de la médula que produzca un síndrome de Arnold-Chiari,  consistente en un descenso de la parte posterior del encéfalo, las amígdalas del cerebelo, que se introducen por el agujero occipital, que une el cráneo y la columna. Esta parte del encéfalo que se hernia dentro del conducto espinal produce una compresión del bulbo. En niños recién nacidos puede originar un cuadro grave de dificultad respiratoria, y alteraciones para tragar. El diagnóstico se sospecha por estos síntomas y se comprueba con una Resonancia Nuclear Magnética (RNM). Esta malformación, cuando produce síntomas, requiere operación para descomprimir el hueso occipital y ampliar las meninges en la zona de unión cráneo-raquídea, con lo que se libera la compresión del bulbo. La siringomielia consiste en una dilatación quística de la médula espinal, casi siempre en su parte cervical, o torácica, puede ocasionar pérdida de fuerza y de sensibilidad en las extremidades superiores. En ocasiones produce escoliosis. Es más frecuente en pacientes que no han sido operados de hidrocefalia en su niñez. Cuando se presenta, lo primero que hay que hacer es comprobar que la hidrocefalia está correctamente controlada, mediante la válvula. Se diagnostica también mediante estudios con RNM. Si requieren operación esta suele consistir en la descompresión del cráneo a nivel del agujero occipital (como en la malformación de Chiari). El "anclaje" o fijación de la médula espinal. En raras ocasiones, la cicatriz que se produjo al operar el mielomeningocele durante el período de recién nacido, aprisiona la médula espinal, impidiendo el ascenso que normalmente se produce de la misma dentro de la columna. La consecuencia es que, bien sea por la tracción, o porque la cicatriz impide el riego sanguíneo de esta porción de la médula, se producen síntomas de dolor lumbar y en piernas, empeoramiento de la dificultad motora preexistente, y a veces, se presenta una actitud de flexión de las rodillas. Se diagnostica mediante RNM y electromiografía y/o estudio de los potenciales evocados. El tratamiento quirúrgico consiste en la liberación de las cicatrices que comprimen la médula. Es muy importante aclarar aquí que si este anclaje se encuentra casualmente durante la realización de una RNM, y no produce síntomas, no requiere ningún tipo de tratamiento.

Ortopédicas: alteración de los miembros inferiores.

Urológicas: vejiga neurógena.

Sociales: inadaptación social de estos niños.

Tratamiento de la espina bífida

Las expectativas para los niños con espina bífida han mejorado sensiblemente gracias a la aparición de antibióticos potentes y al  mejor conocimiento en el tratamiento de la hidrocefalia. El cierre quirúrgico del mielomeningocele se debe de realizar durante las primeras 48 horas de vida para evitar la infección del sistema nervioso (meningitis), para evitar que la parte de médula expuesta al exterior se reseque, se ulcere, y se lesione más, y para permitir que el niño sea manejado por las enfermeras y los padres como los demás niños, y se pueda poner de espaldas, bañar, asear, etc.

La espina bífida oculta, por lo general,  no requiere tratamiento.

El meningocele, que no afecta a la médula espinal, puede repararse quirúrgicamente y generalmente no deja secuelas. La mayoría de los niños con meningocele se desarrolla normalmente. No obstante, los niños afectados deben ser evaluados para detectar posibles problemas de hidrocefalia y de vejiga y así poder tratarlos a tiempo.

Los niños con la forma más severa de espina bífida, mielomeningocele, por lo general requieren cirugía dentro de las 24 a 48 horas de su nacimiento. Cuando el mielomeningocele está roto y gotea líquido cefalorraquídeo, o si está recubierto por una membrana que amenaza romperse, la operación se debe de realizar de forma urgente. ** Se extirpan los tejidos anormales, procurando respetar al máximo la médula y nervios que salen de ella. La placa medular se cierra formando un tubo. Luego se cierran las cubiertas de la médula (meninges), y se cierran igualmente los músculos sobre el defecto. Finalmente se sutura la piel, a ser posible de manera directa, aunque en ocasiones se requieren plastias y rotaciones de la piel
para poder efectuar la reparación. La cirugía inmediata ayuda a evitar lesiones nerviosas adicionales por infección o trauma. No obstante, la lesión nerviosa que ya ha tenido lugar no puede revertirse y por lo general la parálisis de las extremidades y los problemas en la vejiga e intestino persisten.

Después de la cirugía los padres deben aprender a ejercitar las piernas y pies de su niño para prepararlo para caminar con dispositivos ortopédicos y muletas. Los estudios demuestran que cerca del 70 por ciento de los niños afectados puede caminar con o sin estos dispositivos, aunque algunos requieren una silla de ruedas. La mayoría de los niños con espina bífida severa tiene la médula espinal trabada, es decir, ésta no se desliza hacia arriba y hacia abajo con el movimiento con el que debería hacerlo, porque es retenida en su lugar por el tejido que la rodea. Si bien la mayoría de los niños no muestra síntomas que indiquen que la padecen, algunos sufren una pérdida progresiva de la función de sus piernas y otros desarrollan escoliosis. Si se destraba quirúrgicamente la médula espinal al poco tiempo de manifestarse estos síntomas, el niño seguramente recuperará su nivel normal de funcionamiento.

Entre el 18 y el 73 por ciento de los niños con espina bífida es alérgico al látex (caucho natural), posiblemente debido a la intensa exposición durante las cirugías y las intervenciones médicas. Los síntomas incluyen ojos llorosos, respiración asmática, urticaria, erupción e incluso reacciones anafilácticas que pueden poner en peligro su vida. Se recomienda a los médicos utilizar únicamente guantes y elementos que no sean de látex durante cualquier intervención en las personas que padecen de espina bífida. Las personas afectadas y sus familias deben evitar los elementos de látex en la casa y la comunidad.

Con el tratamiento, los niños con espina bífida, por lo general pueden convertirse en personas activas. Al menos el 70 por ciento de los niños con espina bífida posee una inteligencia normal, aunque algunos tienen problemas de aprendizaje. La mayoría de las mujeres afectadas puede tener hijos pero estos embarazos se consideran de “alto riesgo”.

Prevención


La ingesta de ácido fólico durante antes y durante la primera fase de su embarazo, podría prevenirse hasta el 70 por ciento de los defectos del tubo neural (incluida la espina bífida). La clave es tener suficiente ácido fólico en el sistema antes del embarazo. March of Dimes recomienda a las mujeres tomar a diario una multivitamina con 400 microgramos de ácido fólico y comer una dieta sana con alimentos ricos en ácido fólico. Ésta es la manera más confiable de asegurarse de que el organismo reciba todo el ácido fólico que necesita.

Alimentos que contienen folato (ácido fólico natural):

  • jugo de naranja,

  • otras frutas y jugos cítricos,

  • verduras de hoja verde,

  • legumbres y productos de grano integral.

Las multivitaminas, los cereales fortificados para el desayuno y los productos con grano enriquecido contienen una forma sintética de ácido fólico que es más fácil de absorber para el organismo que la natural. El organismo puede absorber casi la totalidad de la forma sintética de ácido fólico pero la cantidad de ácido fólico utilizable que puede obtener de cada alimento varía considerablemente. Por esta razón se recomienda a las mujeres que pueden quedar embarazadas consumir 400 microgramos por día de la forma sintética. No obstante, se recomienda no tomar más de 1.000 microgramos (o 1 miligramo) sin haber consultado al médico.

Las mujeres que ya han tenido un niño con espina bífida u otro defecto del tubo neural, así como las mujeres que tienen espina bífida, diabetes o ataques repentinos, deben consultar a su médico antes de otro embarazo para determinar qué cantidad de ácido fólico deben tomar. Los estudios han demostrado que el consumo de dosis más altas de ácido fólico a diario (4 miligramos), desde al menos un mes antes y durante el primer trimestre del embarazo, reduce el riesgo de tener otro embarazo afectado en cerca de un 70 por ciento.

Si se ha hecho un diagnóstico prenatal de la espina bifida, esto acarreará unos beneficios: información y apoyo a los padres con el fin de planificar el parto en un centro médico especialmente equipado para que el niño pueda ser sometido a una cirugía o tratamiento en caso de ser necesario poco después del nacimiento.

En 1991, David B. Shurtleff, y otros investigadores de la Universidad de Washington, Seattle, descubrieron que el parto por cesárea antes de los dolores de parto podría reducir la severidad de la parálisis en los niños con espina bífida. Si se diagnostica espina bífida en un niño antes de su nacimiento, los padres pueden considerar con el médico la posibilidad de un parto por cesárea.

Los beneficios de la detección prenatal de la espina bífida son obvios:

Más de 80 niños han sido sometidos a cirugía experimental prenatal para reparar la espina bífida severa antes del nacimiento. Un estudio realizado recientemente por el becario de March of Dimes, el Dr. N. Scott Adzick, del Hospital de Niños de Filadelfia, sugiere que el traumatismo químico y físico al tejido nervioso espinal expuesto en el vientre materno contribuye a la parálisis después del nacimiento, y que su reparación temprana puede ayudar a prevenir la parálisis y otras complicaciones. A la fecha, este procedimiento sólo se ha realizado en dos centros médicos, el Hospital de Niños de Filadelfia y el Vanderbilt University Medical Center de Nashville, Tennessee. Los resultados preliminares parecen prometedores: son menos los casos de niños que requieren válvulas para drenar el fluido de sus cerebros entre aquellos sometidos a cirugía. No obstante, es demasiado pronto para saber si estos niños caminarán bien, y existe un riesgo de que la intervención pueda llevar a un parto prematuro.